viernes, 15 de noviembre de 2019

Trabajo Práctico n° 14: Heidegger, Fenomenología de la vida religiosa

Metafísica
Lunes 11 de noviembre de 2019

Práctico sobre la Fenomenología de la vida religiosa en Martin Heidegger

Tesis 1 Metodológicamente, el acceso a una fenomenología de la religión , antes de establecer el objeto de la religión requiere partir de una experiencia religiosa genuina. Y ésta no es otra que la genuina experiencia religiosa del cristianismo primitivo. La cual se expresó por primera vez en la carta paulina a los Gálatas, la Primera y Segunda Epístola a los Tesalonicenses y la Carta a los Romanos. Y estos fenómenos básicos de la vida fáctica cristiana allí consignados se encuentran en el núcleo fundacional de Ser y Tiempo. Para comprender esta tesis hay que atender que en esa fecha (1920) Heidegger ya ha roto con el “sistema del catolicismo” (carta a E.Krebs, 1919), lo cual no obsta para que el filósofo conserve impertérritas e imprescriptibles las raíces católicas que le iniciaron en el “camino del pensar” . Por ello no es de extrañar, en primer lugar, que la sustancia de estas lecciones pivota sobre las epístolas paulinas, para ilustrar la quintaesencia de la vida fáctica propia del cristianismo primitivo. En segundo lugar, buena parte de las lecciones son, a la vez, la continuidad y la ruptura de Heidegger respecto de la fenomenología de su maestro Husserl; lo que él disputa al método fenomenológico husserliano, partiendo de estos estudios de fenomenología de la religión (encargados por el propio Husserl) es que hay que afrontar una nueva forma de concebir la fenomenología; y esta reelaboración del método fenomenológico será capaz de hacer justicia a lo que  el filósofo de Friburgo llama vida fáctica, en la cual despunta el ejecutar la historicidad de la vida del hombre singular, y con estos dos puntales encaminar su tarea del pensar filosófico hacia la concepción de una ontología real y fundamental, no meramente formal o especulativa. Con lo cual, concluye, estamos aquí, antes que ante una fenomenología de la religión, con una fenomenología de la vida fáctica cristiana; definida, a su vez, por la tribulación ante la Venida del Mesías, y los signos precursores del misterio de la iniquidad, el hombre de la perdición y el Anticristo.

Antítesis 1: En esa encrucijada de su camino del pensar, el joven Heidegger, ha roto con “el sistema del catolicismo” (verbigracia, rompe con teologías especulativas, teoréticas y escolásticas, que traicionarían u olvidarían la experiencia originaria de la vida fáctica del cristianismo primitivo), y el filósofo friburgués le achaca a esos teólogos, además, su contaminación con la filosofía griega o helenística; pero lo hace habiéndose orientado alternativamente hacia las exégesis paulinas de Martín Lutero; con su ácido desprecio hacia la filosofía, hacia Aristóteles y, tras él, descalificando lapidariamente la Suma Teológica como las de santo Tomás de Aquino, y análogas, todas ellas lacayas de la “razón prostituta”. Otros fenomenólogos de la religión, que le antecedieron, como Scheler (Lo eterno en el hombre) o Adolf Reinach, que elabora una “teoría de la vivencia religiosa como vivencia del Absoluto”, vinculan el método fenomenológico, de prosapia husserliana, con una inagotable sed de lo Eterno y de lo Infinito , Como buen discípulo de la fenomenología que es, Heidegger analiza la vivencia religiosa, siguiendo aquí a Adolf Reinach, para quien hay que considerar los polos noéticos (subjetivos) y noemáticos (objetivos). Y la “noesis” se daría, fenomenológicamente, en la experiencia religiosa que está en relación con la premonición de sucesos temporales (vgr. la muerte). El “noema” de la experiencia religiosa fundamental, se daría en Dios, dado como lo absoluto; pero este absoluto no es lo absoluto en el sentido de lo infinito sin límites, de lo infinito extensivo, sino de lo infinito en el sentido de la plenitud ilimitada. Y los términos “Dios”, como “justicia” u “omnipotencia” son para los fenomenólogos datos inmanente de la vivencia misma y no explícitos. Para Heidegger el mérito de Reinach aquí es haber destacado la “importancia de la vivencia religiosa bañada en la gracia, opuesta, por lo tanto, a todo lo actitudinal teórico, para elaborar una fenomenología de la religión”. Por eso el filósofo friburgués, luego de esta larga introducción metodológica, propone una fenomenología de la religión, como vimos, centrada en la “experiencia originaria de la vida fáctica” del cristianismo primitivo. Y esta, dijimos, está definida por la tribulación ante la venida próxima del Mesías, y los signos precursores de la venida del Anticristo, el hombre de la perdición, el no amor a la verdad que salva…
El problema reside aquí en que esta concepción heideggeriana prefigura, en ciernes, su tanatología de Ser y Tiempo (el ser para la muerte) y el “Apocalipsis del ser”, que una gnosis esotérica y especulativa, está secularizando la esjatología y el apocalipsis que el usa de puntales en sus exégesis de las cartas de san Pablo,… o de san Agustín, o de la mística medieval, o Duns Escoto, o Meister Eckart… y todos los pensadores en los que abrevó tempranamente, en las raíces católicas del camino del pensador Heidegger.

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